miércoles, 12 de noviembre de 2014

Ensayo sobre La Cámara Lúcida de Roland Barthes.


Roland Barthes
(1915-1980)

Fue un filósofo, sociólogo, ensayista y crítico francés, licenciado en lenguas clásicas en la universidad de la Sorbona. 

Ha escrito y sobre diversos temas dentro del campo del arte, la fotografía, la música y el cine.  Abordo todos estos temas de manera equivalente a su  desarrollo y trayectoria intelectual. Formo parte del equipo de colaboradores del periódico de izquierda Combat. 

Entre los galardones y condecoraciones  que se le otorgaron está el título de Chevalier de les palmes académiques, por sus importantes aportaciones dentro de lo educativo y la labor docente que realizo.

Algunas de sus obras más representativas son las que se enlistan a continuación:
Michelet - 1954
Mitologías – 1957
Sobre Racine – 1963
La Torre Eiffel – 1964
Crítica y Verdad – 1966
Sistema de la moda – 1967
S/Z Y El imaginario de los signos – 1970
El placer del texto – 1973
Fragmentos de un discurso amoroso – 1977
La Cámara Lucida – 1980: Justo en este mismo año, a los 64 años de edad muere en un accidente automovilístico cerca de la universidad de La Sorbona.


LE CHAMBRE CLAIRE
(LA CÁMARA LÚCIDA)

En un primer plano  este libro expone, despliega  y representa una introspección reflexiva que explora de manera exhaustiva  hasta el más ínfimo detalle de todo lo que constituye y  conforma el universo de lo fotográfico.

Para el autor Las fotografías son una especie de contenedor, en el que están aglomeradas la intención del propio fotógrafo, de aquello retratado y de quienes observaran estas imágenes, todos ellos dotan de significantes diversos y particulares a las imágenes. Por otro lado define a la fotografía como una aventura plagada de emociones incontrolables y viscerales, lo cual  hace de esta disciplina un arte inestable y poco seguro.

Hay un momento dentro del  texto, que me llamo mucho la atención, principalmente cuando Barthes nos participa su sentir cuando se ve presa del lente de una cámara y aparece dentro de una imagen, de cómo aunque distingue su figura, esa silueta, es incapaz de reconocer su personalidad, su esencia. El autor reflexiona sobre aquello que realmente puede capturarse dentro de una imagen y lo que sucede solo en ciertas ocasiones, y aquellos factores que determinan, provocan o juegan un papel significativo dentro de estos sucesos y fenómenos.

Es de esta manera cómo llegamos a dos conceptos, el Punctum y el Studium con los que  el autor trata de organizar, y diseccionar aquellos elementos que resaltan, conforman y distinguen entre diversos tipos de fotografías.

1) PUNCTUM: Divide el Studium, es un detalle perturbador, lo define como aquello que parece proyectarse fuera de la imagen, que puede sacudirnos y resonar con el espectador. Lo considera en gran medida producto de la casualidad.

2) STUDIUM: Es producto directo y está profundamente ligado con nuestra cultura, deviene de lo que pretende el fotógrafo, dota de sentido y funcionalidad a las imágenes. La emoción es propulsada de manera consciente lo previamente codificado (cultura, moral, política). Es lo fotográfico como testimonio, como una reproducción análoga de lo verdadero y la realidad.

Barthes considera que la fotografía es producto del pictorialismo, que nace o proviene de lo propiamente pictórico, y es, por decirlo de alguna manera, una versión exagerada de la realidad. También lo relaciona con el teatro, por esta capacidad de reflejar, evocar, plasmar y crear atmosferas, de tocar las fibras internas, de aflorar sensaciones contrastantes, llenas de teatralidad y dramatismo. 

Define y señala que el quehacer de un fotógrafo eficiente, acertado  e incisivo, no es muy diferente al de un acróbata, pues ambos deben desafiar constantemente los límites de lo probable, lo posible, lo perturbador o interesante. Pues es solo de esta forma que se logra mantener intacta la capacidad de asombro necesaria para cautivar al espectador. Labor que cada día es más compleja y complicada, no solo por la cantidad sino también por el tipo de imágenes que nos rodean y en las que estamos inmersos actualmente.

Puntualiza que si deseamos realizar una toma adecuada, efectiva e interesante de un paisaje, debemos centrarnos en capturar lugares que deseen y puedan habitarse,  ir más allá de fotografiar lugares que  simplemente puedan visitarse.

Es a partir de estas reflexiones que hace una diferenciación dentro de lo fotográfico, señalando que existe un tipo de fotografía que transforma la realidad, pero sin desmenuzarla, la califica de trivial, pues se apoya y sustenta básicamente en los aspectos meramente compositivos, carece de punctum, comunica pero su mensaje no es capaz de sacudirnos, no nos marca o transgrede. Gracias a esto podemos percatarnos y apreciar aquellas imágenes dotadas de este elemento capaz de atrapar nuestra mirada, de apelar y aludir a algo más profundo y visceral, a veces difícilmente reconocible o evidente, producto de extrañas coincidencias, en las que sobresale más el punctum, en las que se carece de una aplicación efectiva del studium, o este  juega un papel secundario, prácticamente imperceptible.

Barthes califica a la fotografía como una disciplina inclasificable, involucra muy diversas variables, de distinta procedencia, la considera un acto que depende de algo externo al objeto que produce estas imágenes. La esencia de este fenómeno no está inscrita en el aparato. Esta esta denominada, regulada y estructurada en base a diversos criterios estéticos, que bien se pueden y se aplican a otras instancias de la representación y reproducción de lo visual.

Para poder interpretar la experiencia de lo fotográfico es importantísimo no perder de foco que la fotografía es el resultado de aquello que sucedió en cierto momento determinado, una sola vez, y de esa única manera, en la que siempre estará adherida la marca propia de su referente. 

A medida que avanzamos en la lectura Barthes se retrata como un individuo expresivo y critico a la vez, podemos constatar su formación y desarrollo psicoanalítico, semiológico y sociológico. Somete y convierte a la fotografía en su objeto principal de estudio y análisis. 

Desarrollando tres aspectos fundamentales mediante los que podemos estudiar a la fotografía.

Por una parte está la acción de fotografiar, depende del sujeto que manipula la cámara. Luego está la experimentación, que se refiere al objeto(s) fotografiado(s) al referente. Por ultimo tenemos a la mirada, que es aquello que proviene y sucede en  quienes observan estas imágenes, los espectadores.

Barthes explora este fenómeno situándose en el lugar del espectador que mira determinado referente, ejercicio que pone en práctica en sus propias imágenes, para de esta manera tratar de desplazar el acto que realiza el fotógrafo que simplemente acciona. Para tratar de conocer a profundidad cada uno de estos elementos en cuestión. Se adentra, cuestiona las implicaciones inscritas dentro del YO MISMO como EL OTRO, todo lo que transforma al individuo en objeto. Descubriendo universos en donde coexisten las imágenes propuestas por el accionar y el fotógrafo con aquello que los espectadores construyen a partir de lo que les es propuesto. 

Este proceso difícilmente puede ordenarse de manera coherente, ya que intervienen demasiados elementos, se mezclan sensaciones desbordantes, diversas y muy distintas variables, se crea una tensión tal,  que se provoca una micro experiencia similar a la muerte. El fotógrafo se convierte en una especie de fantasma. La fotografía se vuelve fragmento, huella y testimonio ratificador de la existencia de un sujeto u objeto especifico que ha sido de cierta manera dentro de una determinada temporalidad. 

Con respecto a las fotografías de su madre, el autor como referente directo, experimenta un discurso más íntimo, significativo, transgresor y trascendental. Para el espectador común este fenómeno no tiene la misma relevancia o sentido, quizás lo que predominaría al momento de analizar la imagen, sería el studium, los elementos representativos de la época, la moda, el estilo, el ambiente, etc. Las imágenes no provocarían en nosotros una herida. El autor hace evidente y notoria la relación  co-natural presente entre la fotografía con su referente. Aquí la fotografía es una huella de la existencia de lo vivencial/ real que nos remite a un pasado que se conecta con la muerte. Por esta razón también menciona que la fotografía está dotada de inmovilidad, tiene la habilidad de congelar ciertos sucesos. 

El autor invita a reflexionar y cuestionarnos de manera más razonada en lo que acontece durante la vida y la muerte, viendo a la fotografía de manera paradójica, capaz de producir muerte cuando lo que se pretende es conservar la vida. La fotografía se convierte en una certeza inmediata, es la reproducción de algo que ha sucedido en determinado momento, es falsa a nivel perceptivo, verdadera en cuanto a una temporalidad definida y específica, la cual se fragmenta posteriormente, se convierte en lo que ya no está ahí, y también en lo que alguna vez estuvo ahí.  Así pues, la verdad actual es constante y exclamativa, representa lo que es en tiempo presente, en ese justo momento.

Es evidente la frustración e impotencia del autor a lo largo de la lectura, presente de manera más significativa a partir de la segunda parte, es la imposibilidad de la presencia tangible y palpable que tanto anhela, el poder restituir y restablecer al ser que perdió, y que ya no está al alcance, de no poder encontrarlo o apoderarse de el a través de las imágenes. La cámara lucida es una reflexión muy emotiva, íntima y profunda de la necesidad por recuperar la esencia del sujeto, lo único que verdaderamente no puede corromper el tiempo.





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