Roland Barthes
(1915-1980)
Fue un filósofo, sociólogo, ensayista y crítico francés,
licenciado en lenguas clásicas en la universidad de la Sorbona.
Ha escrito y sobre
diversos temas dentro del campo del arte, la fotografía, la música y el cine. Abordo todos estos temas de manera equivalente
a su desarrollo y trayectoria intelectual.
Formo parte del equipo de colaboradores del periódico de izquierda Combat.
Entre los galardones y condecoraciones que
se le otorgaron está el título de Chevalier de les palmes académiques, por sus
importantes aportaciones dentro de lo educativo y la labor docente que realizo.
Algunas de sus obras más representativas son las que se
enlistan a continuación:
Michelet - 1954
Mitologías – 1957
Sobre Racine – 1963
La Torre Eiffel – 1964
Crítica y Verdad – 1966
Sistema de la moda – 1967
S/Z Y El imaginario de los signos – 1970
El placer del texto – 1973
Fragmentos de un discurso amoroso – 1977
La Cámara Lucida – 1980: Justo en este mismo año, a los 64
años de edad muere en un accidente automovilístico cerca de la universidad de
La Sorbona.
LE CHAMBRE CLAIRE
(LA CÁMARA LÚCIDA)
En un primer plano
este libro expone, despliega y representa
una introspección reflexiva que explora de manera exhaustiva hasta el más ínfimo detalle de todo lo que constituye
y conforma el universo de lo fotográfico.
Para el autor Las fotografías son una especie de contenedor,
en el que están aglomeradas la intención del propio fotógrafo, de aquello
retratado y de quienes observaran estas imágenes, todos ellos dotan de
significantes diversos y particulares a las imágenes. Por otro lado define a la
fotografía como una aventura plagada de emociones incontrolables y viscerales,
lo cual hace de esta disciplina un arte
inestable y poco seguro.
Hay un momento dentro del texto, que me llamo mucho la atención,
principalmente cuando Barthes nos participa su sentir cuando se ve presa del
lente de una cámara y aparece dentro de una imagen, de cómo aunque distingue su
figura, esa silueta, es incapaz de reconocer su personalidad, su esencia. El
autor reflexiona sobre aquello que realmente puede capturarse dentro de una
imagen y lo que sucede solo en ciertas ocasiones, y aquellos factores que
determinan, provocan o juegan un papel significativo dentro de estos sucesos y fenómenos.
Es de esta manera cómo llegamos a dos conceptos, el Punctum
y el Studium con los que el autor trata
de organizar, y diseccionar aquellos elementos que resaltan, conforman y
distinguen entre diversos tipos de fotografías.
1) PUNCTUM:
Divide el Studium, es un detalle perturbador, lo define como aquello que parece
proyectarse fuera de la imagen, que puede sacudirnos y resonar con el
espectador. Lo considera en gran medida producto de la casualidad.
2) STUDIUM:
Es producto directo y está profundamente ligado con nuestra cultura, deviene de
lo que pretende el fotógrafo, dota de sentido y funcionalidad a las imágenes.
La emoción es propulsada de manera consciente lo previamente codificado (cultura,
moral, política). Es lo fotográfico como testimonio, como una reproducción análoga
de lo verdadero y la realidad.
Barthes considera que la fotografía es producto del
pictorialismo, que nace o proviene de lo propiamente pictórico, y es, por
decirlo de alguna manera, una versión exagerada de la realidad. También lo
relaciona con el teatro, por esta capacidad de reflejar, evocar, plasmar y
crear atmosferas, de tocar las fibras internas, de aflorar sensaciones
contrastantes, llenas de teatralidad y dramatismo.
Define y señala que el
quehacer de un fotógrafo eficiente, acertado e incisivo, no es muy diferente al de un
acróbata, pues ambos deben desafiar constantemente los límites de lo probable,
lo posible, lo perturbador o interesante. Pues es solo de esta forma que se
logra mantener intacta la capacidad de asombro necesaria para cautivar al
espectador. Labor que cada día es más compleja y complicada, no solo por la
cantidad sino también por el tipo de imágenes que nos rodean y en las que
estamos inmersos actualmente.
Puntualiza que si deseamos realizar una toma adecuada,
efectiva e interesante de un paisaje, debemos centrarnos en capturar lugares
que deseen y puedan habitarse, ir más allá
de fotografiar lugares que simplemente puedan
visitarse.
Es a partir de estas reflexiones que hace una diferenciación
dentro de lo fotográfico, señalando que existe un tipo de fotografía que
transforma la realidad, pero sin desmenuzarla, la califica de trivial, pues se
apoya y sustenta básicamente en los aspectos meramente compositivos, carece de
punctum, comunica pero su mensaje no es capaz de sacudirnos, no nos marca o
transgrede. Gracias a esto podemos percatarnos y apreciar aquellas imágenes
dotadas de este elemento capaz de atrapar nuestra mirada, de apelar y aludir a
algo más profundo y visceral, a veces difícilmente reconocible o evidente,
producto de extrañas coincidencias, en las que sobresale más el punctum, en las
que se carece de una aplicación efectiva del studium, o este juega un papel secundario, prácticamente
imperceptible.
Barthes califica a la fotografía como una disciplina
inclasificable, involucra muy diversas variables, de distinta procedencia, la
considera un acto que depende de algo externo al objeto que produce estas imágenes.
La esencia de este fenómeno no está inscrita en el aparato. Esta esta
denominada, regulada y estructurada en base a diversos criterios estéticos, que
bien se pueden y se aplican a otras instancias de la representación y reproducción
de lo visual.
Para poder interpretar la experiencia de lo fotográfico es importantísimo
no perder de foco que la fotografía es el resultado de aquello que sucedió en
cierto momento determinado, una sola vez, y de esa única manera, en la que
siempre estará adherida la marca propia de su referente.
A medida que avanzamos
en la lectura Barthes se retrata como un individuo expresivo y critico a la
vez, podemos constatar su formación y desarrollo psicoanalítico, semiológico y sociológico.
Somete y convierte a la fotografía en su objeto principal de estudio y análisis.
Desarrollando tres aspectos fundamentales mediante los que podemos estudiar a
la fotografía.
Por una parte está la acción de fotografiar, depende
del sujeto que manipula la cámara. Luego está la experimentación, que se
refiere al objeto(s) fotografiado(s) al referente. Por ultimo tenemos a la
mirada, que es aquello que proviene y sucede en quienes observan estas imágenes, los espectadores.
Barthes explora este fenómeno situándose en el lugar del
espectador que mira determinado referente, ejercicio que pone en práctica en sus
propias imágenes, para de esta manera tratar de desplazar el acto que realiza el
fotógrafo que simplemente acciona. Para tratar de conocer a profundidad cada
uno de estos elementos en cuestión. Se adentra, cuestiona las implicaciones
inscritas dentro del YO MISMO como EL OTRO, todo lo que transforma al individuo
en objeto. Descubriendo universos en donde coexisten las imágenes propuestas
por el accionar y el fotógrafo con aquello que los espectadores construyen a
partir de lo que les es propuesto.
Este proceso difícilmente puede ordenarse de
manera coherente, ya que intervienen demasiados elementos, se mezclan
sensaciones desbordantes, diversas y muy distintas variables, se crea una tensión
tal, que se provoca una micro
experiencia similar a la muerte. El fotógrafo se convierte en una especie de
fantasma. La fotografía se vuelve fragmento, huella y testimonio ratificador de
la existencia de un sujeto u objeto especifico que ha sido de cierta manera dentro
de una determinada temporalidad.
Con respecto a las fotografías de su madre, el
autor como referente directo, experimenta un discurso más íntimo,
significativo, transgresor y trascendental. Para el espectador común este fenómeno
no tiene la misma relevancia o sentido, quizás lo que predominaría al momento
de analizar la imagen, sería el studium, los elementos representativos de la época,
la moda, el estilo, el ambiente, etc. Las imágenes no provocarían en nosotros
una herida. El autor hace evidente y notoria la relación co-natural presente entre la fotografía con su
referente. Aquí la fotografía es una huella de la existencia de lo vivencial/
real que nos remite a un pasado que se conecta con la muerte. Por esta razón también
menciona que la fotografía está dotada de inmovilidad, tiene la habilidad de
congelar ciertos sucesos.
El autor invita a reflexionar y cuestionarnos de
manera más razonada en lo que acontece durante la vida y la muerte, viendo a la
fotografía de manera paradójica, capaz de producir muerte cuando lo que se
pretende es conservar la vida. La fotografía se convierte en una certeza
inmediata, es la reproducción de algo que ha sucedido en determinado momento, es
falsa a nivel perceptivo, verdadera en cuanto a una temporalidad definida y específica,
la cual se fragmenta posteriormente, se convierte en lo que ya no está ahí, y también
en lo que alguna vez estuvo ahí. Así
pues, la verdad actual es constante y exclamativa, representa lo que es en
tiempo presente, en ese justo momento.
Es evidente la frustración e impotencia del autor a lo largo
de la lectura, presente de manera más significativa a partir de la segunda
parte, es la imposibilidad de la presencia tangible y palpable que tanto
anhela, el poder restituir y restablecer al ser que perdió, y que ya no está al
alcance, de no poder encontrarlo o apoderarse de el a través de las imágenes.
La cámara lucida es una reflexión muy emotiva, íntima y profunda de la
necesidad por recuperar la esencia del sujeto, lo único que verdaderamente no
puede corromper el tiempo.
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